Foto: Nikolás Babin
Apático, sin mucho que hacer ante las pocas condiciones del toro, agobiado ante tantas circunstancias adversas que enfrentó esta edición de la feria, e inseguro o reservon, se le vió al matador Erick Cortez en el primer toro de su lote, segundo de la tarde tras otorgarle el doctorado a Edgar Antonio.
No hubo toro ni torero por lo que lo mejor fue abreviar para no complicar la tarde ni aburrir al encendido tendido que dejara el recién alternativado.
En el cuarto de la tarde, vimos a un Erick Cortez explosivo, con una disposición que deseamos verle cada tarde, con cada toro que enfrenta y no solo con el segundo de sus lotes, tal como pasara en Valencia cuando alternó con Ponce y Luque, o el año pasado cuando triunfara al lidiar un toro que fue castigado con banderillas negras.
Como si fuese un novillero en busca de una oportunidad Erick se echó rodillas en tierras para comenzar una faena emocionante, artística, profunda pero a la vez reposada, revalidando el triunfo que obtuviera la edición anterior del ciclo ferial josefino.
Una certera y perfecta ejecución de la suerte suprema fue la firma de la joya artística que plasmara Cortez desde que salió el colorado al albero maracayero, quedando en evidencia que los verdaderos triunfos se rubrican con la espada, por ello llevan el nombre de “matadores”, sin necesidad de recurrir a la herramienta del “indultismo” que tanto se ha puesto de moda y que en nada ayuda a la fiesta. Aunque a ratos estuvo coqueteando con ello, insinuando tal solicitud.
Esto nos dejó degustar Erick, un diestro con una gran experiencia, que puede cubrir con solvencia las tres suertes de la lidia dejando en el paladar un exquisito sabor a toreo clásico pero explosivo que tiene repercusión inmediata en los tendidos, para no dejarse ganar la pelea.
Escribano no hizo más que certificar lo que dejó en la arena la tarde/noche anterior. No es cuento lo de este torero, está en el mejor momento de su carrera y de no haber sido porque tras el tercio de banderillas del tercero de la tarde, el mismo se incrustó en uno de los burladeros, mermando considerablemente la condición física del astado, posiblemente el triunfo hubiese sido más rotundo, pues apuntaba para más este ejemplar que terminó echándose en par de ocasiones, sin permitir el lucimiento del diestro español.
Al quinto de la tarde ejecutó una faena de mando, arrimones y emoción, que tras cobrar otra grandiosa estocada que de inmediato desató una petición escandalosa que terminó llevando a sus manos las dos orejas del toro en cuestión. Vaya manera de matar los toros!
Edgar Antonio, se fue a portagayola ante sus dos enemigos de la tarde de su alternativa. Emoción al máximo en los tendidos es lo que transmite este joven espada aragüeño, que está llamado a ser una carta fija al menos en la próxima edición de este importante ciclo ferial. Ejecuta con singular brillo el tercio de banderillas. Pausa y serenidad cuando sale de la cara del toro, no se apresura, aunque a veces puede pecar de ofrecer pausas muy largas entre una tanda y otra.
Anecdóticamente parece que le va mejor entrando a matar sin muleta que con ella, pues entre el drama de la voltereta y la certera colocación del acero no es primera vez que le vemos cobrando buenos dividendos las veces que ha ejecutado la suerte de esta manera.
Una oreja de cada uno de sus oponentes fue el saldo de su actuación en la tarde de su doctorado, que le valió para salir a hombros con sus compañeros de cartel. Esperamos que vengan más tardes como estas para él, tanto para su consagración como para el beneplácito de quienes le siguen. Enhorabuena Matador!
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