El novillero venezolano Manolo Vanegas hizo, el pasado domingo, su quinto paseíllo en Las Ventas, dejando claro que no tiene nada más que demostrar ante utreros.
Oficio, técnica, sitio y valor le sobraron al tachirense para estar siempre por encima de los bureles que pasaportó, los cuales aún siendo "potables", carecieron de esa transmisión que conecta a los espectadores con lo que se desarrolla en el albero, ante un público exigente al que le pareció que "éste lo hace muy fácil".
No obstante, tan sobradas cualidades muestran a un Manolo Vanegas cuajado, maduro y listo para dar el salto al escalafón superior; que es un torero que está para asumir nuevos retos, pues se encuentra en un momento en el cual su tauromaquia demanda, no solo la exigencia de la afición, sino también la exigencia de astados que le den la pelea y el juego necesario para que su labor artística no se diluya tras las carencias de su oponente sino que por el contrario su concepto pueda ser apreciado y ponderado como corresponde.
No obtuvo Vanegas un triunfo de escándalo, pues incomprensiblemente el venezolano no 'tocó pelo', sin embargo mostrarte tan pleno de condiciones y facultades en Madrid y demostrar que el escalafón actual te quedó pequeño, supone una gran victoria en lo artístico, en lo profesional, en lo moral y en lo personal, la cual se debe asumir con mucha humildad, pero sin quitar la vista del objetivo que se pretende alcanzar en esta dura profesión.
Dicho esto, sea el triunfo silencioso o de tronío, triunfar en Madrid es ¡triunfar en Madrid!
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